Questões de Espanhol - Vocabulario - Expresiones idiomáticas
De acuerdo al texto contesta la pregunta.
Texto
Mi lucha con los tiburones por un pescado
La idea de que en lugar de acercarme a la costa me había estado internando en el mar durante siete días me
derrumbó la resolución de seguir luchando. Pero cuando uno se siente al borde de la muerte se afianza el instinto
de conservación. Por varias razones aquel día –mi séptimo día- era muy distinto de los anteriores: el mar estaba
calmado y oscuro; el sol me abrazaba la piel; era tibio y sedante y una brisa tenue empujaba la balsa con suavidad
[5] y me aliviaba un poco de las quemaduras.
También los peces eran diferentes. Desde muy temprano escoltaban la balsa. Nadaban superficialmente. Yo los
veía con claridad: peces azules, pardos y rojos. Los había de todos los colores, de todas las formas y tamaños.
Navegando junto a ellos, la balsa parecía deslizarse sobre un acuario.
No sé si después de siete días sin comer, a la deriva en el mar, uno llega a acostumbrarse a esa vida. Me parece
[10] que sí. La desesperación del día anterior fue sustituida por una resignación pastosa y sin sentido. Yo estaba
seguro de que todo era distinto, de que el mar y el cielo habían dejado de ser hostiles, y de que los peces que me
acompañaban en el viaje eran peces amigos. Mis viejos conocidos de siete días.
Esta mañana no pensé arribar a ninguna parte. Estaba seguro de que la balsa había llegado a una región sin
barcos, en la que se extraviaban hasta las gaviotas.
[15] Pensaba, sin embargo, que después de haber estado siete días a la deriva, llegaría a acostumbrarme al mar, a
mi angustioso método de vida, sin necesidad de agudizar el ingenio para subsistir. Después de todo había
subsistido una semana contra viento y marea. ¿Por qué no podía seguir viviendo indefinidamente en una balsa?
Los peces nadaban en la superficie, el mar estaba limpio y sereno. Había tantos animales hermosos y provocativos
en torno a la embarcación que me parecía que podría agarrarlos a puñados. No había ningún tiburón a la vista.
[20] Confiadamente, metí la mano en el agua y traté de agarrar un pez redondo, de un azul brillante, de no más de
veinte centímetros. Fue como si hubiera tirado una piedra. Todos los peces se hundieron precipitadamente.
Desaparecieron en el agua, momentáneamente revuelta. Luego, poco a poco, volvieron a la superficie [...].
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Relato de un náufrago. Buenos Aires: Debolsillo, 2012. p. 89-91.
La expresión “en torno a” (línea 19) puede ser sustituida en el texto, sin cambio de sentido, por:
Texto
Aplastamiento de gotas
Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
CORTÁZAR, Julio. Narraciones y poemas. Madrid: Visor Libros, 2007. p. 29-30.
La palabra “mientras” (línea 5) expresa una idea de __________ y puede ser traducida al portugués como __________.
Texto
La palabra “pelotudez” en el Texto puede ser sustituida por
Texto para responder a questão.
“La gente se moría delante de mí. Escapé nadando”
Supervivientes del Dorian desplazados a la capital de Bahamas relatan la catastrófica destrucción causada por la embestida del huracán
“Cuando me desperté, el agua me llegaba a la altura de las caderas”, recuerda Daniel Box, entrenador de fitness de 30 años. “Salí de casa como pude y me fui, a ratos andando, a ratos nadando, a la de mi novia, que estaba con nuestra hija de cinco años. Las agarré y nos fuimos a casa de mi suegro, que era la única que quedaba en pie. Acabamos 35 personas metidas dentro. Pasamos tres días allí, sin comida, sin agua potable. Todo está destruido. Quedarnos habría sido una sentencia de muerte”
Disponible en: https://elpais.com/internacional/2019/09/07/estados_ unidos/1567883822_045 604.html. Acceso en: 13 sept. de 2019.
Na frase “Quedarnos habría sido una sentencia de muerte”, a expressão “habría sido” ressalta que:
TEXTO
En el Día de la Mujer, un aviso felicita a los hombres
El domingo es el Día de la Mujer. Y ya en la red
empezaron a proliferar avisos, campañas y mensajes
para homenajear a las mujeres en su día y para destacar
el largo camino que falta para alcanzar la igualdad de
[5] género.
En este contexto, una empresa uruguaya se destacó
con un original spot que habla de igualdad de género,
pero desde otro lugar: todas las cosas supuestamente
“femeninas” que los hombres ahora también pueden
[10] hacer, gracias a la pelea de las mujeres para ganar
mayores espacios en la sociedad.
Así, el laboratorio Urufarma, dedicado a la
anticoncepción, celebra la “larga lucha” masculina que
ahora les permite a ellos, entre otras tantas cosas,
[15] llorar, ver una telenovela, cambiar pañales, enamorarse
de quien quieran y hasta estar con otro hombre.
“La lucha ha dado frutos. Por fin los hombres
pueden hacer las mismas cosas que las mujeres.
Felicitaciones, hombres, se lo merecen. Nuestra lucha
[20] es para todos”, concluye la voz en off de la campaña
“Feliz día, hombres”, que fue realizada por la agencia
Notable inspirado en un texto de la blogger uruguaya
@catatonias.
Disponível em: Disponível em: https://www.muyinteresante.es/ curiosidades/preguntas-respuestas/por-que-abrimos-los-ojoscuando-tenemos-miedo-321395660227. Acesso em: 15 dez.2019.
La expresión “Por fin” (l. 17) podría cambiarse, sin cambiar el sentido en el texto por
Por qué olvidamos los libros que leemos
Recordamos dónde leímos aquella obra, o cómo era la portada. Pero nos suele costar más evocar el argumento.
Es bastante frecuente recordar los lugares en
los que se ha leído: sobre la toalla en la playa y
cerca de unos pinos; en unas gradas en un parque
de atracciones; en un apartamento mínimo; en la
[5] habitación desde la que se oía el tren; en la mesa
de la cocina de la casa familiar. Sin embargo, cuesta
un poco más recordar qué libro se leyó en qué lugar,
quién era el autor, o el argumento. Aunque a veces
se recuerda que tenía la portada roja o que era una
[10] edición de bolsillo.
Es decir, conservamos recuerdos de la sensación
física de leer, pero menos de lo que se ha leído. “Casi
siempre me acuerdo de dónde estaba y me acuerdo
del libro. Me acuerdo del objeto físico”, le dijo Pamela
[15] Paul, editora de The New York Times Book Review,
a Julie Beck en un reportaje en The Atlantic. Sigue:
“Me acuerdo de la edición, me acuerdo de la portada,
suelo recordar dónde lo compré o quién me lo dio. Lo
que no recuerdo —y es terrible— es todo lo demás”.
[20] “Lo que más recuerdo de la colección de cuentos
de Malamud El barril mágico es la cálida luz del sol
en la cafetería los viernes en los que la leí antes del
instituto. Le faltan los puntos más importantes, pero
es algo. La lectura tiene muchas facetas, una puede
[25] ser la mezcla indescriptible, y naturalmente fugaz,
de pensamiento y emoción, y las manipulaciones
sensoriales que ocurren en el momento y luego se
desvanecen. ¿Cuánto de la lectura es entonces una
especie de narcisismo, un marcador de quién eras y
[30] de qué estabas pensando cuando te encontraste con
un texto?”, escribe Ian Crouch en The New Yorker a
propósito de leer y olvidar lo leído.
Hay afortunados que son capaces de recordar
las tramas de películas, series y libros, pero para la
[35] mayoría, como escribe Beck, es “como llenar una
bañera, sumergirse en ella y luego ver cómo el agua
se va por el desagüe: puede dejar una fina película
en la bañera, pero el resto ya no está”. Hay algunas
razones científicas para explicar esto, y tienen que
[40] ver con lo que se llama “curva del olvido”, que es la
velocidad con la que olvidamos algo, y que es más
intensa durante las primeras 24 horas después de
haber aprendido algo, a no ser que se repase. Eso
explicaría que los libros que se leen de un tirón, o
[45] las series que se devoran de una sentada, se olviden
más fácilmente: no se ha hecho trabajar a la memoria
de recuperación.
De hecho, se sabe que quienes consumen
una serie viendo un capítulo a la semana o al día la
[50] recuerdan mejor que quienes la ven entera en un día.
Leer un libro de un tirón a veces supone olvidarlo antes
porque solo está funcionando la memoria de trabajo,
no hay repaso. En parte siempre ha sido así, pero
según Jared Horvath, investigador de la Universidad
[55] de Melbourne, al que cita Beck, “la forma en que
ahora se consume información y entretenimiento
ha cambiado el tipo de memoria que valoramos”. La
memoria de recuperación es ahora menos necesaria,
en parte gracias a Internet, y en cambio, para Horvath,
[60] la memoria de reconocimiento es más importante. La
posibilidad de tener el acceso a la información hace
que no haga falta memorizarla. Eso lo da Internet, la
gran biblioteca global, pero también algunos de sus
antecesores, como los libros, los casetes o los VHS.
[65] De hecho, Sócrates ya se mostró en contra del “uso
de las letras”, como una suerte de memoria externa
que iba a hacer que no se memorizara. Hoy sabemos
de esa reticencia del filósofo frente a la letra escrita,
y de todo su pensamiento, gracias a los diálogos de
[70] Platón, que quedaron recogidos por escrito.
En Contra la lectura, la profesora y ensayista
Mikita Brottman recupera este fragmento de El
tiempo recobrado, de Proust, un gran explorador de
la confluencia entre lectura y memoria: “Un libro que
[75] leímos no permanece unido para siempre solo a lo que
había en torno a nosotros; sigue estándolo fielmente
también a lo que nosotros éramos entonces, y ya solo
puede volver a ser sentido, concebido, mediante la
sensibilidad, mediante el pensamiento, por la persona
[80] que éramos entonces”. Brottman también cita las
memorias de Azar Nafisi, Leer Lolita en Teherán,
donde escribe: “Si un sonido pudiera guardarse entre
las páginas del mismo modo que una hoja o una
mariposa, diría que entre las de mi Orgullo y prejuicio,
[85] la novela más polifónica de todas…, está escondido,
como una hoja de otoño, el sonido de aquella sirena
[antiaérea]”. Esa relación con los libros leídos y a
veces olvidados explica la existencia de las memorias
bibliófilas. El libro de Brottman pertenece en parte a
[90] ese género, Leer Lolita en Teherán, completamente.
Es un género que tiene su propio acrónimo: Bob,
book of books.
Pamela Paul lleva el suyo desde los 17 años.
Sobre ese diario de lecturas ha escrito My Life with
[95] Bob: Flawed Heroine Keeps Book of Books, Plot
Ensues [Mi vida con Bob: la heroína defectuosa
guarda el libro de los libros, sigue la trama]. Según
recogía un artículo en el Financial Times, estamos en
un buen momento para las bibliomemorias. […]
Texto adaptado de Aloma Rodríguez, publicado en El País, el 24/07/2018.
En el texto, la expresión “Leer un libro de un tirón” (línea 51) significa leer
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