Yo al gimnasio, tú de cañas, ¿problema a la vista?
Hay parejas que no comparten los hábitos saludables.
Pero la fuerza de voluntad puede ser contagiosa.
Aquí las claves
Ana G. Moreno
Cuando el reloj marca las 18.30 horas y las
oficinas del país comienzan a vaciarse, suena un
son muy recurrente: “¿Nos tomamos una caña?”. Las
respuestas varían entre la del siempre dispuesto a
[5] hacerlo al que porta una bolsa de gimnasio al hombro
y espeta: “No, he quedado para jugar al pádel”. El
conflicto interior se manifiesta en muchos: ¿deporte
o cervezas? Resolverlo en soledad no parece
complicado, ¿pero qué ocurre cuando es la pareja la
[10] que se enfrenta a esta decisión?
La pregunta es ‘¿Debes emparejarte con una
persona cuyos hábitos chocan frontalmente con los
tuyos?”
“Hemos logrado encontrar un equilibrio a costa
[15] de no compartirlo todo. No sé si será bueno o malo,
pero es lo que hay”, cuenta Teresa Álvarez, de 32
años. La madrileña mantiene una relación desigual
con su chico, Iván, en lo que a hábitos saludables
se refiere: él practica algún deporte cada día y no se
[20] permite cenas excesivamente calóricas. “Al principio
de la relación, chocábamos mucho por este asunto.
Sobre todo era ella la que se enfadaba. No entendía
cómo prefería ir al gimnasio a ver una película juntos
con una bolsa de palomitas. Ahora soy yo el que más
[25] se molesta: le suelo echar en cara que lleve una vida
tan sedentaria”, explica él. Craso error: no hay nada
peor que presionar.
“Un triatleta que dedica todos los días un par
de horas como mínimo a hacer deporte, incluso
[30] los festivos, puede condicionar el tiempo de ocio
de la pareja y crear entonces tensión entre los dos
miembros. Pero la mayoría de las veces la persona
que está descontenta es la que tiene los hábitos
saludables y cree que su pareja está dañando
[35] su salud por no compartirlos. Esto puede llevar a
discusiones si el otro se siente presionado”, afirma
Rosario Linares, directora de El Prado Psicólogos.
¿Cuál es el modo entonces de empujar a tu
pareja al lado sano? “Poniéndoselo fácil. Si a ti te
[40] gusta la comida saludable, cocina tú para ambos y
seguro que tu pareja la comerá. O proponle ir a dar
un paseo juntos. Siempre dará mejor resultado que
soltarle la frase: Deberías caminar más”, añade la
experta.
[45] “El ‘yo te cambiaré’ no suele dar buenos
resultados”, apostilla el coach Julio Rosales, quien
continúa: “La otra pregunta es: ‘¿Debes emparejarte
con una persona cuyos hábitos choquen frontalmente
con los tuyos?”. Esto es aplicable a casos extremos,
[50] como el consumo de tóxicos (una adicción a las
drogas o al alcohol puede destruir, fulminantemente,
una relación). No tanto para cuestiones livianas. “Yo
no le veo problema a cenar una ensalada junto a una
persona que come un Big Mac. Quizá lo importante
[55] en este caso sea cenar lo que sea, pero juntos. Ya
veremos quién acaba convirtiéndose en un modelo
de comportamiento para el otro”. ¿Y quién suele
ser? “Arrastra el que tiene una personalidad más
cautivadora”, contesta Rosales.
[60] “Más de un cliente ha abandonado sus sesiones
de entrenamiento personal por influencia de su
pareja, que por lo que sea estaba en contra de las
clases”, cuenta Marcos Flórez, entrenador personal
y director de estarenforma.com. Y lo que sea incluye
[65] a alguien que no acepta que entrenador personal y
cónyuge monopolicen el salón por unas horas o al
individuo que no tolera que su pareja le anule una
cena por ir a correr al parque. El apoyo en conductas
saludables se dibuja, pues, crucial, aunque no sea
[70] necesaria una total comunión.
De hecho, Flórez no entrena a parejas en una
misma sesión, porque considera que las necesidades
y objetivos de cada uno son diferentes y requieren de
un trato personalizado. Se congratula, no obstante,
[75] de que las parejas de edad más avanzada suelan
acudir a su gimnasio. Y defiende que empujar a
su chico del sofá no solo beneficia la relación, sino
también a sus vástagos. “Los hijos que ven a sus
padres haciendo deporte, acaban haciendo deporte”,
[80] explica. Iván, el novio deportista, ha intentado
inculcar en su compañera hábitos saludables, pero
manifiesta su impotencia para ello. Este es el consejo
que le da Flórez: “Muéstrale tus resultados, desde
la forma física al bienestar que provoca el ejercicio
[85] moderado, que incluso ayuda a dormir mejor desde
la primera semana”. La clave, como siempre, reside
en la motivación.
Disponible en: <http://elpais.com/elpais/2014/06/17/buenavida/ 1403032644_526543.html>. Acceso en: 16 sept. 2014. Adaptado.
En el fragmento “El apoyo en conductas saludables se dibuja, pues, crucial, aunque no sea necesaria una total comunión” (líneas 68-70) la conjunción “aunque” establece respecto a lo dicho anteriormente una relación de