PUC- RJ 2020
100 Questões
El cerebro necesita emocionarse para aprender
En el año 2010 un equipo de investigadores
del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT),
en Boston, colocaron a un universitario de 19 años
un sensor electrodérmico en la muñeca para medir
[5] la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas
durante siete días. El experimento arrojó un resultado
inesperado: la actividad cerebral del estudiante
cuando atendía en una clase magistral era la misma
que cuando veía la televisión; prácticamente nula.
[10] Los científicos pudieron probar así que el modelo
pedagógico basado en un alumno como receptor
pasivo no funciona.
“El cerebro necesita emocionarse para aprender”,
explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil
[15] y director del Máster en Neurodidáctica de la
Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro,
en España han aparecido diferentes corrientes que
quieren transformar el modelo educativo y una de
ellas es la neurodidáctica. No es una metodología,
[20] sino un conjunto de conocimientos que está
aportando la investigación científica en el campo
de la neurociencia y su relación con los procesos
de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el
comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias
[25] a las máquinas de neuroimagen podemos ver la
actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade
Gamo. Esa información sirve a los profesores y
pedagogos para decidir qué métodos son los más
eficaces.
[30] Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje
de personas con dislexia o TDAH desde hace más
de 20 años, observó que en la mayoría de los casos
esos problemas no estaban relacionados con esos
síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su
[35] equipo identificaron que el 50% del tiempo de las
clases de primaria en España se basan en transmitir
información a los estudiantes de forma verbal, algo
que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en
bachillerato casi el 80%. [...]
[40] Basándose en diferentes investigaciones
científicas y en las suyas propias, concluyeron
que para la adquisición de información novedosa
el cerebro tiende a procesar los datos desde el
hemisferio derecho -más relacionado con la intuición,
l[45] a creatividad y las imágenes-. “En esos casos el
procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo
que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos
faciales, corporales y el contexto desempeñan un
papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia
[50] de la clase magistral”, explica Gamo.
Por ello, la neurodidáctica propone un cambio
en la metodología de enseñanza para sustituir las
clases magistrales por soportes visuales como
mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos
[55] informativos como gráficos interactivos que requieran
la participación del alumno. Otra de las apuestas es el
trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social
que aprende haciendo cosas con otras personas”,
añade
[60] En los últimos cinco años, Gamo ha formado
en neurodidáctica a docentes de una treintena
de colegios públicos en diferentes comunidades
autónomas. El principal problema, en su opinión, es
que las escuelas no están tomando la decisión sobre
[65] hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que
nadie les acompaña en la implementación de las
nuevas metodologías. “La direcciones de los centros
están enrocadas en los métodos tradicionales
basados en clases magistrales, memorización y
[70] exámenes escritos”
En ese escenario conviven cientos de profesores
y entre ellos hay quienes no se conforman con lo
establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase
a alumnos de sexto de primaria en un colegio
[75] concertado de Moralzarzal y desde hace dos años
y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis
alumnos siempre me decían que yo molaba mucho,
pero que mis clases eran una porquería”, cuenta.
Empezó a investigar sobre metodologías alternativas
[80] y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le
valió el premio nacional sobre las TIC en el aula
del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una
base científica que apoyase su apuesta: hacer que
sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin
[85] memorizar. “Mi método respeta el proceso por el que
el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la
atención y por último la memoria. En ese orden”.
Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el
vínculo emocional de los chavales. A través de su
[90] canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos
con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese
material se motivan y así tengo alumnos atentos”,
continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se
aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot.
[95] Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google
Earth.
Una de las plataformas de educación online
basada en la neurodidáctica es Neurok. El director
de la compañía, Agustín Cuenca [...] y un equipo de
[100] 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria
han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a
la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir
los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta
red social en la que todos los alumnos comparten
[105] contenidos y debaten sobre diferentes temas. El
profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué
contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más
difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este
informático, es la participación. El sistema cuenta
[110] con hashtags, menciones o notificaciones en el
móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser
utilizada como una plataforma de apoyo a las clases
presenciales o directamente como el esqueleto de un
curso online.
Texto adaptado, de Ana Torres Menárguez, publicado en El País, el 18/07/2016.
El tema del artículo es
How robot carers could be the future for lonely elderly people
Alessandro Di Nuovo
December 6, 2018
The film Robot and Frank imagined a near-future
where robots could do almost everything humans
could. The elderly title character was given a “robot
butler” to help him continue living on his own. The
robot was capable of everything from cooking and
[5] cleaning to socializing and, it turned out, burglary. This
kind of science fiction may turn out to be remarkably
prescient. As growing numbers of elderly people
require care, researchers believe that robots could be
[10] one way to address the overwhelming demand. But
even though robots might be able to provide care and,
in some cases, social interaction, many wonder if they
really are the right solution to this uniquely human
issue.
[15] Loneliness and social isolation are already
problems for many seniors and are even linked to
cognitive decline and a higher death rate. With the
population of seniors expected to rise, many worry
that experiences of loneliness will increase, especially
[20] if access to care is even more limited.
But despite concerns, early studies already show
that social robots – autonomous robots trained to
interact and communicate with humans – really could
address issues of care and social interaction. The
[25] majority of robotics researchers are largely in favour
of introducing robotic technology on a wider scale
and believe it could reduce loneliness and increase
independence in elderly patients. The Japanese
government even supports introducing robots in
[30] care homes to solve the country’s ageing population
problem. However, many strongly recommend
carefully balancing the care benefits against the
ethical costs.
A class of social robots – mobile robotic
[35] telepresence systems (MRTs) – have already been
shown to generate positive social interactions with
elderly patients. MRTs are essentially video screens
on wheels raised to head height that can be controlled
remotely using a simple smartphone app. They allow
[40] relatives and social workers to “visit” elderly people
more often, even if they live in rural or distant places.
Elderly patients don’t need to operate the device,
leaving them free to interact with their social worker
or family. Communication still happens through a
[45] computer screen, but the robot’s physical presence
mimics face-to-face interaction for elderly people.
Research has shown that people reacted more
positively when talking with someone through an MRT
than through a regular video call or computer avatar –
[50] especially lonely people. However, MRTs still require
a human operator, which limits the amount of social
interaction seniors can have daily.
To tackle this, developers worldwide have
started creating robot companions programmed with
[55] advanced artificial intelligence (AI), which can interact
with people on their own. Some examples include
pet-like companion robots, including Aibo and Paro,
which are made by Japanese developers, and MiRo,
which is manufactured in the UK. Other humanoid
[60] robots, such as the Care-O-bot and Pepper, are able
to provide more complex and comprehensive care.
Though “pet” robots offer limited interaction, they
have proved as effective – or even more so – than
real pets in reducing loneliness for elderly people in
[65] care homes. Robotic dogs introduced in one UK care
home this year were reported to bring happiness and
comfort to residents.
On the other hand, humanoid robots are already
advanced enough to provide much-needed care to
[70] elderly people. These robots can pick things up and
move independently, and have a more natural, human
way of interacting, for example, using arm and hand
gestures. More advanced versions have additional
sensors and devices, including touchscreens. Many
[75] elderly people, finding the touchscreens hard to use,
preferred giving spoken commands to the robot and
reading its response off the screen. But for those with
age-related hearing loss or vision impairment, having
the option to use the touchscreen was indispensable.
[80] Humanoid robots are still being developed, so their
capabilities are still limited. Moreover, studies of
humanoid robots have mainly focused on evaluating
how well the technology functions without really
considering the social impact. There is also a general
[85] assumption that it will naturally reduce loneliness.
Though research into social robots is just
beginning, we do know they can provide some solutions
to the challenges mounted by ageing populations, and
could even help reduce social isolation and loneliness.
[90] At this point, humans are still better in providing care
and social contact to the elderly, but robots might
be able to fill any gaps, especially as technologies
continue to improve. However, before social robots
can be fully integrated into care homes, researchers
[95] and service providers must address public anxiety
and make it clear that robots are designed to assist
social workers, not replace them. As long as humans
remain in full control to prevent any danger, robots
might well be the future of care.
Available at:https://www.independent.co.uk/life-style/gadgetsand-tech/features/robot-carer-elderly-people-lonelinessageing-population-care-homes-a8659801.html. Retrieved on: July 2, 2019. Adapted.
The main purpose of the text is to
El cerebro necesita emocionarse para aprender
En el año 2010 un equipo de investigadores
del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT),
en Boston, colocaron a un universitario de 19 años
un sensor electrodérmico en la muñeca para medir
[5] la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas
durante siete días. El experimento arrojó un resultado
inesperado: la actividad cerebral del estudiante
cuando atendía en una clase magistral era la misma
que cuando veía la televisión; prácticamente nula.
[10] Los científicos pudieron probar así que el modelo
pedagógico basado en un alumno como receptor
pasivo no funciona.
“El cerebro necesita emocionarse para aprender”,
explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil
[15] y director del Máster en Neurodidáctica de la
Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro,
en España han aparecido diferentes corrientes que
quieren transformar el modelo educativo y una de
ellas es la neurodidáctica. No es una metodología,
[20] sino un conjunto de conocimientos que está
aportando la investigación científica en el campo
de la neurociencia y su relación con los procesos
de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el
comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias
[25] a las máquinas de neuroimagen podemos ver la
actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade
Gamo. Esa información sirve a los profesores y
pedagogos para decidir qué métodos son los más
eficaces.
[30] Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje
de personas con dislexia o TDAH desde hace más
de 20 años, observó que en la mayoría de los casos
esos problemas no estaban relacionados con esos
síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su
[35] equipo identificaron que el 50% del tiempo de las
clases de primaria en España se basan en transmitir
información a los estudiantes de forma verbal, algo
que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en
bachillerato casi el 80%. [...]
[40] Basándose en diferentes investigaciones
científicas y en las suyas propias, concluyeron
que para la adquisición de información novedosa
el cerebro tiende a procesar los datos desde el
hemisferio derecho -más relacionado con la intuición,
l[45] a creatividad y las imágenes-. “En esos casos el
procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo
que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos
faciales, corporales y el contexto desempeñan un
papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia
[50] de la clase magistral”, explica Gamo.
Por ello, la neurodidáctica propone un cambio
en la metodología de enseñanza para sustituir las
clases magistrales por soportes visuales como
mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos
[55] informativos como gráficos interactivos que requieran
la participación del alumno. Otra de las apuestas es el
trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social
que aprende haciendo cosas con otras personas”,
añade
[60] En los últimos cinco años, Gamo ha formado
en neurodidáctica a docentes de una treintena
de colegios públicos en diferentes comunidades
autónomas. El principal problema, en su opinión, es
que las escuelas no están tomando la decisión sobre
[65] hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que
nadie les acompaña en la implementación de las
nuevas metodologías. “La direcciones de los centros
están enrocadas en los métodos tradicionales
basados en clases magistrales, memorización y
[70] exámenes escritos”
En ese escenario conviven cientos de profesores
y entre ellos hay quienes no se conforman con lo
establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase
a alumnos de sexto de primaria en un colegio
[75] concertado de Moralzarzal y desde hace dos años
y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis
alumnos siempre me decían que yo molaba mucho,
pero que mis clases eran una porquería”, cuenta.
Empezó a investigar sobre metodologías alternativas
[80] y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le
valió el premio nacional sobre las TIC en el aula
del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una
base científica que apoyase su apuesta: hacer que
sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin
[85] memorizar. “Mi método respeta el proceso por el que
el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la
atención y por último la memoria. En ese orden”.
Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el
vínculo emocional de los chavales. A través de su
[90] canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos
con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese
material se motivan y así tengo alumnos atentos”,
continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se
aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot.
[95] Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google
Earth.
Una de las plataformas de educación online
basada en la neurodidáctica es Neurok. El director
de la compañía, Agustín Cuenca [...] y un equipo de
[100] 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria
han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a
la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir
los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta
red social en la que todos los alumnos comparten
[105] contenidos y debaten sobre diferentes temas. El
profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué
contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más
difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este
informático, es la participación. El sistema cuenta
[110] con hashtags, menciones o notificaciones en el
móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser
utilizada como una plataforma de apoyo a las clases
presenciales o directamente como el esqueleto de un
curso online.
Texto adaptado, de Ana Torres Menárguez, publicado en El País, el 18/07/2016.
La conjunción sino en “No es una metodología, sino un conjunto…” (líneas 19-20) se puede reemplazar por
How robot carers could be the future for lonely elderly people
Alessandro Di Nuovo
December 6, 2018
The film Robot and Frank imagined a near-future
where robots could do almost everything humans
could. The elderly title character was given a “robot
butler” to help him continue living on his own. The
robot was capable of everything from cooking and
[5] cleaning to socializing and, it turned out, burglary. This
kind of science fiction may turn out to be remarkably
prescient. As growing numbers of elderly people
require care, researchers believe that robots could be
[10] one way to address the overwhelming demand. But
even though robots might be able to provide care and,
in some cases, social interaction, many wonder if they
really are the right solution to this uniquely human
issue.
[15] Loneliness and social isolation are already
problems for many seniors and are even linked to
cognitive decline and a higher death rate. With the
population of seniors expected to rise, many worry
that experiences of loneliness will increase, especially
[20] if access to care is even more limited.
But despite concerns, early studies already show
that social robots – autonomous robots trained to
interact and communicate with humans – really could
address issues of care and social interaction. The
[25] majority of robotics researchers are largely in favour
of introducing robotic technology on a wider scale
and believe it could reduce loneliness and increase
independence in elderly patients. The Japanese
government even supports introducing robots in
[30] care homes to solve the country’s ageing population
problem. However, many strongly recommend
carefully balancing the care benefits against the
ethical costs.
A class of social robots – mobile robotic
[35] telepresence systems (MRTs) – have already been
shown to generate positive social interactions with
elderly patients. MRTs are essentially video screens
on wheels raised to head height that can be controlled
remotely using a simple smartphone app. They allow
[40] relatives and social workers to “visit” elderly people
more often, even if they live in rural or distant places.
Elderly patients don’t need to operate the device,
leaving them free to interact with their social worker
or family. Communication still happens through a
[45] computer screen, but the robot’s physical presence
mimics face-to-face interaction for elderly people.
Research has shown that people reacted more
positively when talking with someone through an MRT
than through a regular video call or computer avatar –
[50] especially lonely people. However, MRTs still require
a human operator, which limits the amount of social
interaction seniors can have daily.
To tackle this, developers worldwide have
started creating robot companions programmed with
[55] advanced artificial intelligence (AI), which can interact
with people on their own. Some examples include
pet-like companion robots, including Aibo and Paro,
which are made by Japanese developers, and MiRo,
which is manufactured in the UK. Other humanoid
[60] robots, such as the Care-O-bot and Pepper, are able
to provide more complex and comprehensive care.
Though “pet” robots offer limited interaction, they
have proved as effective – or even more so – than
real pets in reducing loneliness for elderly people in
[65] care homes. Robotic dogs introduced in one UK care
home this year were reported to bring happiness and
comfort to residents.
On the other hand, humanoid robots are already
advanced enough to provide much-needed care to
[70] elderly people. These robots can pick things up and
move independently, and have a more natural, human
way of interacting, for example, using arm and hand
gestures. More advanced versions have additional
sensors and devices, including touchscreens. Many
[75] elderly people, finding the touchscreens hard to use,
preferred giving spoken commands to the robot and
reading its response off the screen. But for those with
age-related hearing loss or vision impairment, having
the option to use the touchscreen was indispensable.
[80] Humanoid robots are still being developed, so their
capabilities are still limited. Moreover, studies of
humanoid robots have mainly focused on evaluating
how well the technology functions without really
considering the social impact. There is also a general
[85] assumption that it will naturally reduce loneliness.
Though research into social robots is just
beginning, we do know they can provide some solutions
to the challenges mounted by ageing populations, and
could even help reduce social isolation and loneliness.
[90] At this point, humans are still better in providing care
and social contact to the elderly, but robots might
be able to fill any gaps, especially as technologies
continue to improve. However, before social robots
can be fully integrated into care homes, researchers
[95] and service providers must address public anxiety
and make it clear that robots are designed to assist
social workers, not replace them. As long as humans
remain in full control to prevent any danger, robots
might well be the future of care.
Available at:https://www.independent.co.uk/life-style/gadgetsand-tech/features/robot-carer-elderly-people-lonelinessageing-population-care-homes-a8659801.html. Retrieved on: July 2, 2019. Adapted.
In the fragment “This kind of science fiction may turn out to be remarkably prescient.” (lines 6-8), the expression turn out to be can be replaced, without change in meaning, by
How robot carers could be the future for lonely elderly people
Alessandro Di Nuovo
December 6, 2018
The film Robot and Frank imagined a near-future
where robots could do almost everything humans
could. The elderly title character was given a “robot
butler” to help him continue living on his own. The
robot was capable of everything from cooking and
[5] cleaning to socializing and, it turned out, burglary. This
kind of science fiction may turn out to be remarkably
prescient. As growing numbers of elderly people
require care, researchers believe that robots could be
[10] one way to address the overwhelming demand. But
even though robots might be able to provide care and,
in some cases, social interaction, many wonder if they
really are the right solution to this uniquely human
issue.
[15] Loneliness and social isolation are already
problems for many seniors and are even linked to
cognitive decline and a higher death rate. With the
population of seniors expected to rise, many worry
that experiences of loneliness will increase, especially
[20] if access to care is even more limited.
But despite concerns, early studies already show
that social robots – autonomous robots trained to
interact and communicate with humans – really could
address issues of care and social interaction. The
[25] majority of robotics researchers are largely in favour
of introducing robotic technology on a wider scale
and believe it could reduce loneliness and increase
independence in elderly patients. The Japanese
government even supports introducing robots in
[30] care homes to solve the country’s ageing population
problem. However, many strongly recommend
carefully balancing the care benefits against the
ethical costs.
A class of social robots – mobile robotic
[35] telepresence systems (MRTs) – have already been
shown to generate positive social interactions with
elderly patients. MRTs are essentially video screens
on wheels raised to head height that can be controlled
remotely using a simple smartphone app. They allow
[40] relatives and social workers to “visit” elderly people
more often, even if they live in rural or distant places.
Elderly patients don’t need to operate the device,
leaving them free to interact with their social worker
or family. Communication still happens through a
[45] computer screen, but the robot’s physical presence
mimics face-to-face interaction for elderly people.
Research has shown that people reacted more
positively when talking with someone through an MRT
than through a regular video call or computer avatar –
[50] especially lonely people. However, MRTs still require
a human operator, which limits the amount of social
interaction seniors can have daily.
To tackle this, developers worldwide have
started creating robot companions programmed with
[55] advanced artificial intelligence (AI), which can interact
with people on their own. Some examples include
pet-like companion robots, including Aibo and Paro,
which are made by Japanese developers, and MiRo,
which is manufactured in the UK. Other humanoid
[60] robots, such as the Care-O-bot and Pepper, are able
to provide more complex and comprehensive care.
Though “pet” robots offer limited interaction, they
have proved as effective – or even more so – than
real pets in reducing loneliness for elderly people in
[65] care homes. Robotic dogs introduced in one UK care
home this year were reported to bring happiness and
comfort to residents.
On the other hand, humanoid robots are already
advanced enough to provide much-needed care to
[70] elderly people. These robots can pick things up and
move independently, and have a more natural, human
way of interacting, for example, using arm and hand
gestures. More advanced versions have additional
sensors and devices, including touchscreens. Many
[75] elderly people, finding the touchscreens hard to use,
preferred giving spoken commands to the robot and
reading its response off the screen. But for those with
age-related hearing loss or vision impairment, having
the option to use the touchscreen was indispensable.
[80] Humanoid robots are still being developed, so their
capabilities are still limited. Moreover, studies of
humanoid robots have mainly focused on evaluating
how well the technology functions without really
considering the social impact. There is also a general
[85] assumption that it will naturally reduce loneliness.
Though research into social robots is just
beginning, we do know they can provide some solutions
to the challenges mounted by ageing populations, and
could even help reduce social isolation and loneliness.
[90] At this point, humans are still better in providing care
and social contact to the elderly, but robots might
be able to fill any gaps, especially as technologies
continue to improve. However, before social robots
can be fully integrated into care homes, researchers
[95] and service providers must address public anxiety
and make it clear that robots are designed to assist
social workers, not replace them. As long as humans
remain in full control to prevent any danger, robots
might well be the future of care.
Available at:https://www.independent.co.uk/life-style/gadgetsand-tech/features/robot-carer-elderly-people-lonelinessageing-population-care-homes-a8659801.html. Retrieved on: July 2, 2019. Adapted.
The meaning of the word address depends on the context in which it is used. The option in which its meaning is the same as in “As growing numbers of elderly people require care, researchers believe that robots could be one way to address the overwhelming demand.” (lines 8-10) is
El cerebro necesita emocionarse para aprender
En el año 2010 un equipo de investigadores
del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT),
en Boston, colocaron a un universitario de 19 años
un sensor electrodérmico en la muñeca para medir
[5] la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas
durante siete días. El experimento arrojó un resultado
inesperado: la actividad cerebral del estudiante
cuando atendía en una clase magistral era la misma
que cuando veía la televisión; prácticamente nula.
[10] Los científicos pudieron probar así que el modelo
pedagógico basado en un alumno como receptor
pasivo no funciona.
“El cerebro necesita emocionarse para aprender”,
explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil
[15] y director del Máster en Neurodidáctica de la
Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro,
en España han aparecido diferentes corrientes que
quieren transformar el modelo educativo y una de
ellas es la neurodidáctica. No es una metodología,
[20] sino un conjunto de conocimientos que está
aportando la investigación científica en el campo
de la neurociencia y su relación con los procesos
de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el
comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias
[25] a las máquinas de neuroimagen podemos ver la
actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade
Gamo. Esa información sirve a los profesores y
pedagogos para decidir qué métodos son los más
eficaces.
[30] Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje
de personas con dislexia o TDAH desde hace más
de 20 años, observó que en la mayoría de los casos
esos problemas no estaban relacionados con esos
síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su
[35] equipo identificaron que el 50% del tiempo de las
clases de primaria en España se basan en transmitir
información a los estudiantes de forma verbal, algo
que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en
bachillerato casi el 80%. [...]
[40] Basándose en diferentes investigaciones
científicas y en las suyas propias, concluyeron
que para la adquisición de información novedosa
el cerebro tiende a procesar los datos desde el
hemisferio derecho -más relacionado con la intuición,
l[45] a creatividad y las imágenes-. “En esos casos el
procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo
que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos
faciales, corporales y el contexto desempeñan un
papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia
[50] de la clase magistral”, explica Gamo.
Por ello, la neurodidáctica propone un cambio
en la metodología de enseñanza para sustituir las
clases magistrales por soportes visuales como
mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos
[55] informativos como gráficos interactivos que requieran
la participación del alumno. Otra de las apuestas es el
trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social
que aprende haciendo cosas con otras personas”,
añade
[60] En los últimos cinco años, Gamo ha formado
en neurodidáctica a docentes de una treintena
de colegios públicos en diferentes comunidades
autónomas. El principal problema, en su opinión, es
que las escuelas no están tomando la decisión sobre
[65] hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que
nadie les acompaña en la implementación de las
nuevas metodologías. “La direcciones de los centros
están enrocadas en los métodos tradicionales
basados en clases magistrales, memorización y
[70] exámenes escritos”
En ese escenario conviven cientos de profesores
y entre ellos hay quienes no se conforman con lo
establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase
a alumnos de sexto de primaria en un colegio
[75] concertado de Moralzarzal y desde hace dos años
y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis
alumnos siempre me decían que yo molaba mucho,
pero que mis clases eran una porquería”, cuenta.
Empezó a investigar sobre metodologías alternativas
[80] y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le
valió el premio nacional sobre las TIC en el aula
del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una
base científica que apoyase su apuesta: hacer que
sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin
[85] memorizar. “Mi método respeta el proceso por el que
el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la
atención y por último la memoria. En ese orden”.
Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el
vínculo emocional de los chavales. A través de su
[90] canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos
con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese
material se motivan y así tengo alumnos atentos”,
continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se
aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot.
[95] Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google
Earth.
Una de las plataformas de educación online
basada en la neurodidáctica es Neurok. El director
de la compañía, Agustín Cuenca [...] y un equipo de
[100] 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria
han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a
la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir
los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta
red social en la que todos los alumnos comparten
[105] contenidos y debaten sobre diferentes temas. El
profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué
contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más
difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este
informático, es la participación. El sistema cuenta
[110] con hashtags, menciones o notificaciones en el
móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser
utilizada como una plataforma de apoyo a las clases
presenciales o directamente como el esqueleto de un
curso online.
Texto adaptado, de Ana Torres Menárguez, publicado en El País, el 18/07/2016.
El enunciado que NO corresponde a lo que dice el texto es