Libros y testosterona
Manuel Rodríguez
15.09.2010
[1] En el último informe anual sobre hábitos de lectura
encargado por la Federación de Gremios de Editores las
mujeres seguían en cabeza. No sólo hay más lectoras (58,4%)
que lectores (51,5%), sino que leen más libros y dedican más
[2] tiempo a hacerlo (sobre todo en los transportes y en el hogar),
a pesar de que, en términos generales, se ocupan de más
tareas (eso no lo dice el informe, basta con mirar alrededor).
Las chicas compran más libros, y eligen mayoritariamente
lo que leen guiándose por la recomendación de otros o por
[10] impulso, algo que los editores y los libreros saben desde
hace tiempo. Prefieren las novelas, pero no le hacen ascos
a otras materias: también son más ecuménicas en sus gustos
que los hombres, en los que todavía se aprecia cierta tozuda
inclinación a lo que algunos se empeñan en denominar
[15] “libros útiles”, como si las ficciones no lo fueran.
Las mujeres también son mayoría en el sector editorial,
algo que se constata con sólo darse una vuelta por la
sede de cualquiera de los grandes grupos. Esa evidencia
empírica ha llevado a algunos a hablar de “feminización”
[20] del sector. No se confundan: en el (todavía) falócrata
mundo de la edición, y a pesar de los cambios de los
últimos años, las mujeres siguen compitiendo (sobre todo
entre ellas) bastante por debajo de un techo de cristal
que muy pocas han logrado cuartear. Son incontables las
[25] secretarias (el otro día conocí a una que todavía le lleva
el café a su jefe, que suele preguntarle si le “importaría
alcanzárselo”); innumerables las correctoras, cuantiosas
las diseñadoras, copiosas las encargadas de promoción y
prensa, abundantes las responsables de derechos (con dos
[30] idiomas) y frecuentes las especialistas en mercadotecnia.
Hay muchas editoras juniors, bastantes seniors y no pocas
directoras de sello. Pero el ambiente comienza a enrarecerse
de la dirección editorial hacia arriba, a medida que la
atmósfera aparece más impregnada de los efluvios de la
[35] testosterona que de aromas más delicados. Y no digamos
nada si ascendemos a las plantas nobles, donde se deciden
estrategias y negocios y las páginas más leídas son las de
color salmón. En cuanto a los sueldos, qué quieren que les
diga: a pesar del enfermizo secretismo de que hace gala
[40] el sector editorial español (en otros países más civilizados
se publican periódicamente estudios con los salarios de
mercado), lo de “a trabajo igual salario igual” sigue
siendo un objetivo casi tan difícil de alcanzar como aquella
reivindicación internacionalista de ¡abajo la diplomacia
[45] secreta!
Está claro que las mujeres leen más y compran más
libros. Pero solemos olvidar que también escriben y publican
muchos. En las últimas décadas, y como fenómeno global
constatable en ferias y foros internacionales, los libros
[50] escritos por mujeres llenan los catálogos de casi todos los
grandes grupos editoriales. La novela, y especialmente la de
género (literario, claro), es su campo preferido. Y las venden
muy bien y dan a ganar mucho dinero a sus editores, como
reflejan cabalmente las listas de superventas.
(www.elpais.com. Adaptado.)
Indica qué término es sinónimo de sueldos (línea 38) en el segundo párrafo.